Nueva Acrópolis quiere sumarse a las celebraciones del Día Internacional de los Voluntarios. Desde 1957 en que se fundó NA, uno de sus pilares ha sido el voluntariado, el acto generoso de dar lo mejor que tenemos al servicio de los demás para mejorar el entorno y a nosotros mismos.

Cada día, más y más gente se ofrece para ser voluntario/a en todo el mundo, ya sea para ayudar cerca de su casa o allí donde más falta hace. Este acto produce un gran bien a quien lo necesita y también provoca que la persona que ayuda sin esperar recompensa vea y sienta que cada vez es más necesaria.
Estos actos permiten que tengamos más conciencia de los demás. En los momentos más complicados siempre aparece la necesidad de ayudar, de romper con el individualismo y los miedos, de abrir los ojos y ver las carencias, que no siempre son económicas.
El voluntariado tiene un efecto dominó. Cuando se recibe esa ayuda, uno quiere expandirla de la misma manera; cuando se ve materializar una buena acción, una parte de nosotros nos dice que es lo correcto y ve la necesidad de expandirla. Cuando uno realiza una acción y ve todo lo que queda por hacer, siente que hay que seguir. Es como un eslabón de una cadena que se une al anterior, es como un fuego que no se puede dejar apagar.
“El más pequeño paso que damos dentro de nosotros mismos hacia el Bien, de alguna manera lo da la Humanidad toda”.
                                                                                                                                                              Jorge Ángel Livraga Rizzi

 

 

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